
Hace muchos, muchos años, yo era
pincha. No DJ,
pincha. El DJ va con una maleta de discos debajo del brazo que cuida con esmero, dice que no pone música sino que hace "sesiones" y aspira a alcanza un status parecido al de una
rock star. El pincha es más de follar, de pensar la canción que va a poner cuando quedan 30 segundos para que acabe la que está sonando y se viene cargando una media de cinco discos por día trabajado. Mucho más divertido, dónde va a parar. Sobre todo cuando alguna se acercaba a la cabina y te preguntaba: "¿Me puedes poner la de
Cartas en el cajón?" Y uno se tiraba un rato buscando infructuosamente la cancioncita ("Es que es el cumpleaños de mi amiga") hasta que caía en la cuenta de que se refería a
El mundo tras el cristal, que estaba en uno de esos discos que me cargué varias veces a fuerza de ponerlo. Por eso, conocer a
La Guardia tanto tiempo después gracias a
Abierto hasta las 2 ha sido como cerrar un círculo. O casi. Para cerrarlo del todo, necesitaría encontrar a la del cumpleaños..