BLOG ESPONJA | Crece en el Price
Yo entro al Price y me vuelvo loco. Casi me da igual lo que echen. Me encanta el Price, y hasta soy capaz de ir a sesiones en las que sé que habrá niños. Y no me acuerdo de Herodes, ni nada. Me porto bien. No como esos pequeños bastardos asilvestrados que se gastarán nuestras pensiones en cocaína adulterada, si es que no nos matan antes para tener algo interesante que colgar en el Tuenti. Me porto bien por respeto al Price. Y por eso mismo (y porque tengo una educación) acudí el martes al estreno de Crece, su nuevo espectáculo. Reconozco que no me gustó tanto como otros que he visto allí y que alguna transición se me hizo larga. También eché en falta más circo -ese impresionante payaso/malabarista 2.0 se merece otra aparición- y menos... de lo otro. Y sí, puede que el ritmo decayese en algún momento, pero qué más da. El resultado convencería, incluso, a toda esa masa humana que cuando oye "circo" piensa en sordidez o en Ángel Cristo, que viene a ser lo mismo. Y además, al Price hay que ir siempre. Aunque haya niños. Por cierto, alguno de esos psicópatas a escala salió llorando. El circo ya no es lo que era gracias al Price.